Hubo una vez una niña que soñaba con ser bailarina, durante unos años sus ilusiones se fueron cumpliendo y hasta llegó a actuar en dos de los teatros más importantes de la ciudad; por entonces aquello le parecía lo más, el escenario, el público, los camerinos, con el tiempo las cosas fueron cambiando y se dio cuenta de que le gustaba más ver las cosas desde las bambalinas, y claro, ya solo le quedaba el recuerdo, cada vez que pasaba por alguno de aquellos lugares donde familias enteras llenaban las butacas del teatro para ver a sus pipiolos. Hoy todo son ruinas de tiempos pasados.